jueves, 22 de junio de 2017
Vida idearia: Nahui Olín - Por Felipe LLanas Moreno
Nahui Olín, pobre y envejecida, trata de vender una poesía en los cafetines y restaurantes del México que la ha olvidado.
-¿Quién gasta un cinco en comprar
un poema?-
Sus ojazos verdes destellan entre
el desamparo y el recuerdo. Está convencida
de que su tiempo es otro
y no éste
que avanza hacia su muerte.
Se sienta a descansar en una banca
de la Alameda. El alimento para sus gatos
está seguro en una bolsa de plástico
que coloca en su regazo. Los papeles
hechos rollo que contienen sus escritos
y dibujos están en los bolsos
de su abrigo ajado.
Se incorpora con una firmeza
que todavía enamora. Camina lenta
saboreando sin remilgos el tedio
de la tarde del sábado. En la derruida
casona que habita, Carmen Mondragón
la espera con el festín del desvarío
en el que encuentran juntas
la felicidad bizarra
de la soledad.
NOTA. María del Carmen Mondragón Valseca (“Nahui Olín”) (México, 1893 o 94 - 1978).Perteneció a la aristocracia porfiriana, contra la que se rebeló, y fue considerada una de las mujeres más bellas y controvertidas de su tiempo; un personaje singular en una época política y culturalmente significativa para México: Los años veinte del pasado siglo. Modelo, poeta, pintora y feroz precursora de la liberación auténtica de la mujer, coincidió con Diego Rivera, Edward Weston, Tina Modotti, el Dr. Atl (su amante-enemigo quien la rebautizó como Nahui Olín), Antonieta Rivas Mercado, Frida Kahlo, Palma Guillén, Jean Charlot, y un largo etcétera. Murió presa de la locura, en el abandono y la miseria. Su obra pictórica y literaria no ha sido justamente valorada.
Por Felipe Llanas Moreno. Septiembre 2014.
©2017-paginasmexicanas®
domingo, 28 de mayo de 2017
Ante el cosmos
Quien contempla el cosmos admira su propia proyección. Derecha e izquierda siguen el eje de su cuerpo; el fuego alumbra a la medida de sus ojos; son sus temores los que moldean los hados y sus palpitaciones las que acompasan la música de las estrellas. Quien contempla el cosmos ve proyecciones de sus ancestros, de sus contemporáneos, de su futura descendencia. Quien contempla el cosmos ve su propia, privada, íntima proyección: su obra.
©2017-paginasmexicanas®
jueves, 23 de marzo de 2017
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño - Otto René Castillo
Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos.
Yo me quedaré sin voz para que tu cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras,
para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Ya me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Ay, patria.
A los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos de un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras de pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño
"Otto René Castillo (1936-1967), poeta guerrillero capturado en la Sierra de las Minas con Nora Paiz, su amor, también combatiente, y quemados vivos el 17 de marzo de 1967, durante el gobierno de Méndez Montenegro. De aquel combate según se cuenta sólo salvó la vida el legendario Pablo Monsanto. Vivió 31 años. Dio a su pueblo su canto y su vida. ¿Qué más puede dar un poeta?" Luis Cardoza y Aragón
"Alguna vez, los hombres prácticos se preguntarán si en las guerras sirve de algo matar a un poeta. Fusilaron a Federico García Lorca y a Roque Dalton; mataron con tormentos sicológicos a Miguel Hernández, a Boris Pasternak, a cientos más. Peor todavía, ¿sirve de algo matarlos de una manera tan cruel como lo hicieron con Otto René Castillo en 1967?" Juan Carlos Lemus
©2017-paginasmexicanas®
martes, 21 de marzo de 2017
Benito Juárez, el derecho a la razón - Por Alicia Mariscal Ortega
Cada
año, en familia, solíamos ir de vacaciones a la casa de los abuelos a un
pintoresco pueblo en Jalisco de los ahora llamados “Pueblos Mágicos”; tenían
una hermosa casa, que tal vez por mi corta edad me parecía demasiado grande, de
la cual mis recuerdos aún permanecen.
Mi
abuela, maestra de profesión, (aunque ya no ejercía) era reconocida por su
labor altruista, sobre todo en favor de los más humildes, fue una católica
devota que acudía diariamente a la primera misa que se oficiaba apenas
despertando el día.
Una
de esas mañanas, al regresar mi abuela de la iglesia, estaba visiblemente
contrariada y molesta, le comentó a mi madre “El cura acaba de hacer una barbaridad, en plena misa gritó ¡ACABO DE
TENER UNA REVELACIÓN!” Según él,
vio a Don Benito Juárez descender al infierno; cosa que a mí me impactó, yo tenía
siete años y asistía al catecismo, y, entre otras cosas, nos explicaban que los
buenos se van al cielo y los malos al infierno… aquel suceso nunca lo olvidé,
entre el enojo de mi abuela, la historia que en la escuela me enseñaban de Don
Benito Juárez, la “revelación” del cura y mis clases de catecismo me
confundieron totalmente, por eso desde muy pequeña empecé a preguntar tratando
de informarme sobre la vida y obra de Juárez.
No
me explico a qué oráculo habrá invocado aquel sacerdote, aunque obviamente sé
del origen de ese radicalismo, siempre se ha sabido que una gran parte del
clero tiene una animadversión exacerbada a la figura de Juárez y aún hoy en día
lo siguen denostando.
Benito
Juárez fue hijo de campesinos pobres, siendo de un origen muy humilde, nacido
en un pueblo que se integraba por apenas 20 familias (que en la pirámide social no
se le podría establecer ni siquiera como un pueblo)…”Tuve la desgracia de no haber conocido a mis Padres, Marcelino
Juárez y Brígida García, indios de la raza primitiva del país, porque apenas
tenía yo tres años, habiendo quedado con mis hermanas María Josefa y Rosa al
cuidado de nuestros abuelos paternos, Pedro Juárez y Justa López, indios
también de la nación Zapoteca”… Estas palabras de Juárez las obtuve de los
textos “Apuntes para mis hijos”; ya posteriormente investigué que su pequeña
hermana María Alberta quedó bajo el cuidado de su tía Cecilia y a los pocos años mueren sus abuelos, quedando
sólo Benito bajo la tutela de su tío Bernardino Juárez, que
era campesino igualmente de condición muy pobre, estuvo dedicado a las labores
del campo; en específico, pastoreando
ovejas. El joven, en su afán de educarse, marcha a pie desde el poblado donde
radicaba con su tío hasta la ciudad de Oaxaca sin saber leer ni escribir y
desconociendo el idioma español. Tenía sólo doce años de edad.
Ya
en la capital Oaxaqueña se refugia con su hermana Josefa donde ella servía de
cocinera en la casa de una familia de clase alta, poco después conoce a quien
sería su preceptor, Don Antonio Salanueva, miembro de la tercera orden de San
Francisco. De entre tantos acontecimientos, circunstancias en algunos casos
funestas e incomodas para su persona, Benito logra ingresar, con el apoyo de
Salanueva, al seminario de la ciudad de Oaxaca, donde termina estudios de
filosofía, teología y latín, en seguida ingresa a la carrera de Jurisprudencia
en el instituto de Ciencias y Artes donde obtiene su título de abogado y es ahí
que se refuerzan sus convicciones fervorosamente liberales que después lo
impulsarían a luchar por la redención de su pueblo. “Nada
se consigue con la fuerza y si todo con el derecho y la razón” palabras que
aun cimbran la conciencia humana y vertidas con la sencillez y sapiencia de un
hombre íntegro, así hablaba Juárez; mencionaba de dar a cada quien su capacidad
según sus obras y su educación, se declaró enemigo de las clases privilegiadas
y de las preferencias injustas, definió al socialismo como la tendencia natural
a mejorar la condición y el libre desarrollo de las facultades físicas y
morales del hombre, separa la iglesia del estado y de la política (aquí es
donde siempre imagino el rencor manifestado de aquel párroco que mencionó mi
abuela), estableció las disposiciones sobre la libertad de culto y la supresión
de las practicas bárbaras de tratar con intolerancia y considerar los pecados
“eclesiásticos” como agravantes de delitos punibles…Todo esto aún continua
vigente y más que normas o leyes muy bien establecidas, prevalece una perfecta
medición de principios y valores para nuestra sociedad actual.
Todo
lo que logró Juárez y todo lo que intentó sin lograr estuvo fincado en una
conducta personal honesta, austera y esforzada. Sabía admitir y recoger las
opiniones contrarias a las suyas, pero fundadas en los principios básicos que
alimentaban su vida moral, jamás claudicó a la injusticia social pero siempre
acatando la protesta de la ley. Por eso cuando recuerdo los comentarios de mi
abuela aquella mañana entiendo que ella sabía muy bien cuan lastimoso y
desafortunado había sido el proceder del clérigo cuya finalidad era desvirtuar
la figura de Juárez.
Si
bien es cierto que ya no sufrimos las agresiones como en la época de Juárez, si
padecemos una dependencia y subordinación extranjera que resulta en una forma
de dominio tan peligrosa como los ejércitos imperiales y tan funesta como las
guerras fratricidas. Grupos interiores y del exterior pugnan por convertirnos
en trágicas imitaciones y en traspatio de cultura; acometernos y sojuzgarnos
impidiendo que realicemos la patria en las proporciones de la capacidad
nacional y de nuestro designio trascendental.
Es por ello que cada vez que observo la mirada dulce pero triste de cada
niño indígena de las sierras, de los campos, de los desiertos y de las ciudades
en nuestro país, logro ver el rostro del hombre duro, pétreo e inmortal de
Benito Juárez, porque como ese niño indígena que pastoreó ovejas y venció
adversidades de discriminación y pobreza, así mismo demostró que ese
“ingrediente indio” del alma puede ser factor decisivo para lograr todas las
causas nobles posibles para la dignidad de nuestra historia pero también
demostrarnos dolorosamente que México es un pueblo de necesidades.
Dedicado a mis nietos Karim, Gibran y
Sdagia
Por Alicia Mariscal Ortega
©2017-paginasmexicanas®
©2017-paginasmexicanas®