martes, 15 de julio de 2014
En casa de Neruda
Yo no voy a morirme. Salgo ahora
en este día lleno de volcanes
hacia la multitud, hacia la vida
… Aquí me quedo
en este día lleno de volcanes
hacia la multitud, hacia la vida
… Aquí me quedo
Pablo Neruda se definía como «cosista» por su afición a acumular objetos encontrados aquí y allá para acomodarlos en sus casas de Chile, en Santiago, Valparaíso e Isla Negra. No hay dos puertas iguales porque cada una procede de un lugar distinto, una de las barras de bar salió de un barco a punto de entrar en el desguace y un extraño pájaro metido en una elipse de cristal vigila la mesa del comedor en 'La Sebastiana', su vivienda en el cerro Florida de Valparaíso, con unas vistas espectaculares a la ciudad y al mar.
Seguramente Neruda había adquirido esa vocación por el 'cosismo' de sus inicios con los surrealistas, maestros en patearse la ciudad buscando desechos que ellos rescataban para mirarlos con los ojos de poeta moderno y darles así una segunda vida. A ello se unió el gusto pop de su tercera mujer, Matilde Urrutia, que vació una televisión de sus piezas internas, la iluminó con una bombilla y la llenó con los cubiertos que usaba cuando había invitados.
Las casas de Neruda reflejan una faceta de su mentalidad, alimentada por el juego y el placer, que contrasta con su faceta pública de poeta nacional chileno muy conocido por su militancia comunista y su apoyo a Salvador Allende.
Cóctel 'Coquetelón'
Murió doce días después del golpe de Augusto Pinochet en 1973. Sus domicilios fueron asaltados y saqueados. Hasta entonces, organizó muchas fiestas siguiendo sus ritos particulares: se pintaba un bigote para servir a los invitados, usaba copas de colores porque hasta el agua sabía distinta en ellas y al terminar la juerga les mandaba a todos a sus casas. De hecho, sus viviendas nunca tuvieron ni una sola cama para huéspedes, para evitar las tentaciones de los que se quedaban a última hora.
A Neruda y Matilde les gustaba despertarse solos en sus habitaciones, dotadas de unas vistas espectaculares. El autor de 'Canto general ' compró 'La Chascona', su residencia en Santiago, en 1953. Situada en el barrio de Bellavista, entonces habitado por una mayoría árabe y ahora una zona de cafés y restaurantes, 'La Chascona' ocupa una ladera cercana al cerro de San Cristóbal. Abierta al público como las restantes casas, en ella está el diploma y el trofeo que acreditan el Nobel de Literatura logrado por el autor de 'Veinte poemas de amor y una canción desesperada' en 1971.
En las tres viviendas abundan los detalles marinos. Lógicamente tienen una mayor presencia en la casa de Isla Negra, situada al borde del Pacífico y comprada a un marinero español en 1938, cuando era sólo una cabaña de piedra que fue remodelando con la ayuda del arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias.
Pero la compra de 'La Sebastiana' en Valparaíso también tuvo que ver con el deseo de estar cerca del mar, y lejos del bullicio de Santiago. Desde la única habitación, con un ventanal en forma de semicírculo, se contempla enfrente el mar y en picado toda la ciudad portuaria. Otras ventanas se hicieron en forma de claraboyas de barco, y en general la casa de 'La Chascona' se inspiró también en el perfil de una embarcación.
En esta casa se percibe con nitidez el espíritu 'cosista' de Neruda. Quién sabe dónde encontró una puerta rosa o el letrero de podólogo que clavó en ella, cerca de la barra donde servía con un bigote pintado a sus invitados el cóctel que él bautizó como 'Coquetelón': una mezcla explosiva de cognac, champán, Cointreau y zumo de naranja.
Por Iñaki Esteban
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