jueves, 3 de septiembre de 2015
Ah qué Porfirio - Por Raúl Sinencio Chávez
Por el noreste de nuestro país hizo Porfirio Díaz varios recorridos. Estos incluyen el paso frente a playas tamaulipecas, rodeado de circunstancias sólo en parte conocidas. Para desgracia suya aquí narramos hechos casi secretos, que lo dejan mal parado.
LLORÓN
A falta de contrincante que le propiciara ayuno y desvelos, Sebastián Lerdo de Tejada ganó en 1876 los comicios presidenciales. Fallecido don Benito Juárez, cubriría el cuatrienio precedente. Y no obstante que afloraron discordias políticas en la respectiva contienda, Lerdo resultó electo para retener el cargo hasta 1880. Pero acabaría depuesto y exiliado.
De antecedentes levantiscos, Porfirio Díaz se rebeló contra el régimen. Mediaría al efecto un plan suscrito en Tuxtepec, Oaxaca. El propio Díaz le introdujo luego reformas en Palo Blanco, poblado vecino de Matamoros, Tamaulipas. Refiere Daniel Cosío Villegas: “El contenido ideológico […] del porfirismo era pobrísimo (baste recordar que la principal bandera de uno de los pronunciamientos del general Díaz previos a su conquista del poder, fue la condenación del impuesto del timbre)”.
Consiguió encumbrarse, bien sabemos. Entretanto, fuerzas gobiernistas le propinaron memorables tundas. En Icamole, Nuevo León, cosecharía amargos frutos. Motejado ipso facto “Llorón de Icamole” por tabloides contemporáneos, Porfirio abandonó suelo mexicano, perdiéndosele la pista durante cierto lapso.
TIBURONES
Ocupemos ahora del “City of Havana”, que Nuevo Orleáns vio zarpar en junio de 1876. Iba hacia el puerto de Veracruz, con escala breve en Tampico. El vapor estadounidense llevaba a extraño pasajero. Atrajo miradas por lucir peluca, barbas, gafas oscuras y vientre postizo. Vaya facha, caray. Aquel hombre se dijo médico homeópata, cubano de nacimiento.
Según lo previsto, la nave fondeó el martes 20 en costas meridionales de Tamaulipas, cerca de la bocana del río Pánuco. Mera rutina. Conforme a ella, abordaron el buque elementos militares. Tenían órdenes de partir rumbo al enclave jarocho y reforzarlo.
Ocupemos ahora del “City of Havana”, que Nuevo Orleáns vio zarpar en junio de 1876. Iba hacia el puerto de Veracruz, con escala breve en Tampico. El vapor estadounidense llevaba a extraño pasajero. Atrajo miradas por lucir peluca, barbas, gafas oscuras y vientre postizo. Vaya facha, caray. Aquel hombre se dijo médico homeópata, cubano de nacimiento.
Según lo previsto, la nave fondeó el martes 20 en costas meridionales de Tamaulipas, cerca de la bocana del río Pánuco. Mera rutina. Conforme a ella, abordaron el buque elementos militares. Tenían órdenes de partir rumbo al enclave jarocho y reforzarlo.
Sintiéndose perseguido --anota José Fernández Iturribarría--, el falso homeópata “salió desnudo a cubierta y precipitadamente se lanzó al agua”. Enrique Krause y Fausto Zerón-Medina complementan: Presuroso, “el capitán [del transporte] lo rescató, lo encubrió y notificó que el supuesto médico había perdido la vida”, engullido por los tiburones. “Encerrado en su camarote” –tercia Cosío Villegas—tan estrafalario tipo “prosiguió el viaje hasta desembarcar en forma misteriosa en Veracruz”, el jueves 29.
ATUENDO
Otros que a la sazón allá bajaron del mismo barco fueron los soldados procedentes de Tamaulipas. Por supuesto, ignoraban el verdadero nombre de quien se lanzó al mar semana y media atrás. Menos aún parecieron interesarse en averiguarlo.
P. Thouson, cónsul gringo en Tampico, desliza información privilegiada. El 19 de julio siguiente la comunica a John Foster, representante de Washington en México: Tras “la llegada del ‘City of Havana’ […] se rumoró que Porfirio Díaz se encontraba a bordo”, sugiriéndolo disfrazado con “peluca y barba postiza”.
Acierta el cónsul Thouson, aunque nunca revela las fuentes de que echa mano.
A propósito, cabe preguntarnos sobre la estancia de Porfirio allende el río Bravo entre mayo y junio de 1876, en medio del borlote que puso en marcha. Sería interesante conocer los motivos que estuvieron detrás. Lamentamos que la bibliografía del periodo nos deje en ascuas. Sin embargo, investigaciones serias bosquejan posibles respuestas. Acorde con estudios documentales, el futuro dictador tuvo favorecedores en tierras del Tío Sam. Puede mencionarse al general Edward Ord, extitular de la Secretaría de Defensa.
A propósito, cabe preguntarnos sobre la estancia de Porfirio allende el río Bravo entre mayo y junio de 1876, en medio del borlote que puso en marcha. Sería interesante conocer los motivos que estuvieron detrás. Lamentamos que la bibliografía del periodo nos deje en ascuas. Sin embargo, investigaciones serias bosquejan posibles respuestas. Acorde con estudios documentales, el futuro dictador tuvo favorecedores en tierras del Tío Sam. Puede mencionarse al general Edward Ord, extitular de la Secretaría de Defensa.
Está asimismo demostrado que recién salido el plan de Tuxtepec, Díaz recibió por lo pronto 130 mil dólares, cuantiosos fondos incluso en tiempos actuales. Le habrían servido para adquirir el ridículo atuendo con que abandonó Nuevo Orleáns.
Por Raúl Sinencio Chávez
Publicado en La Razón, Tampico, Tamps., 11 mayo 2012.
©2015-paginasmexicanas®
Publicado en La Razón, Tampico, Tamps., 11 mayo 2012.
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