lunes, 31 de marzo de 2014

Malcolm Lowry : El Mezcal - Por Felipe LLanas Moreno



Sin duda, Malcolm Lowry encontró en México la identidad que correspondía al bullicio intenso que se alojaba en su imaginación como la lava interna hirviendo, metafóricamente, bajo el volcán. Sus tribulaciones vinieron a reflejarse en la particular tristeza que halló en este país de contrastadas realidades , en su magia ancestral, en su irrefrenable culto a la muerte y su particular glorificación de la violencia. En los paisajes mexicanos, Lowry descubrió la simbología de una novedad vital que lo apartó de la grisura inglesa, de su apática melancolía, y lo encaminó a establecer los esquemas básicos de su madurez literaria. Todo eso, si, aunado al mezcal y otras varias bebidas alcohólicas a las que fue tan terriblemente afecto. Pero el mezcal, si, principalmente.

En su novela póstuma “Oscuro como la tumba donde yace mi mejor amigo” (1968), Lowry, a través de su personaje Sigbjorn Wilderness – escritor como él, alcohólico como él- deja un curioso testimonio de su conocimiento, su adoración casi mística del exquisito aguardiente, en el cual podemos pautar ese periodo de su existencia –alrededor de 1936- y su pasión por las letras.

“El mezcal. Las bebidas mexicanas han sido víctimas de la calumnia; el tequila es una bebida pura, está libre de los demonios que viven en el whisky rye, aunque puede que otros, peores, vivan en ella; también el mezcal es una bebida pura. Debe tomarse en copas pequeñas, y el ritual exige mano firme y la pura y simple intención de alternar; el mezcal así tomado es una bebida civilizada. Pero, según dicen, el mezcal va directo a la cabeza: cualquier barman te demostrará, mientras te sirve otro, como lo hace exactamente (aunque no deba suponerse que los indios, para quienes en otros tiempos la embriaguez se castigaba con la pena de muerte, aprueben que otra gente lo beba). Cuando eso ocurre, no pocas veces el cerebro exige que, como cualquier otra bebida, el mezcal no sea un rito, sino que se beba por botellas. El ochas está hecho de hojas de naranjo hervidas y debe beberse caliente y añadiéndole alcohol puro. Pero, si se le pone mezcal, es todavía más estimulante. Como las bebidas mexicanas, también ha sido víctima de la calumnia la amistad de dos personas de capacidad alcohólica semejante y con la intención de beber hasta que se hunda el mundo y permanecer lúcidas, amistad que nada sella como el alcohol. Se convierte en una especie de hermandad de sangre. Eso ocurre también con las amistades trabadas bebiendo cerveza, pero no tanto si la bebida es whisky rye. Pero en el mezcal radica el principio de esa fuerza divina o demoníaca de México que, como sabe cualquiera que haya vivido en ese país, sigue viva hasta hoy. Bajo la influencia del mezcal, los mejores amigos, estando serenos, harán todo lo posible por asesinarse. Pero una amistad que, engendrada por el mezcal, lo sobreviva, sobrevivirá a cualquier cosa”.

En una carta dirigida a Jonathan Cape, su editor inglés, fechada el 2 de enero de 1946, en Cuernavaca, Morelos, México., Lowry –defendiendo “Bajo el volcán” de las objeciones que le había opuesto Cape a ciertos pasajes que quería fueran suprimidos- vuelve a referirse al mezcal después de una larga alusión a la Cábala y otros temas esotéricos presentes en la novela en la figura del Cónsul, precisamente en el capítulo I, y que al parecer eran oscuros para Mr. Cape:

“…la agonía del ebrio encuentra su más exacta analogía poética en la agonía del místico que ha abusado de sus poderes. El Cónsul tiene, por supuesto, todos esos elementos maravillosos y ebriamente entremezclados: el mezcal de México es una bebida infernal pero es, no obstante, una bebida que usted puede adquirir en cualquier cantina, más fácilmente, me atrevería a decir, que el whisky en esos días en nuestra vieja y querida “Horseshoe”. Pero el mezcal es también una droga cuando se ingiere en forma de pastillas, y la trascendencia de sus efectos es una de las ordalías bien conocidas por las que debe atravesar un ocultista. Lo que ocurre es que el Cónsul, en su embriaguez ha llegado a confundir ambas formas, y tal vez no esté del todo equivocado…”

En la misma misiva, Lowry propone un prólogo breve o una explicación en solapas para remediar lo que su editor inglés aducía como un “tedioso y lento comienzo”, y así favorecer el acercamiento de los lectores al libro, sin condicionarlos ni predisponerlos. Con un tono de ironía, acota: “Si usted me dice, muy bien pero el buen vino no necesita anuncios ni señuelos, lo único que puedo responder es lo siguiente: Muy bien, yo no estoy hablando de buen vino sino de mezcal, y además del anuncio, una vez en el interior de la cantina, el mezcal para poder beberse, necesita sal y limón, y tal vez uno no lo bebería si no estuviera en una botella tan seductora…”

El mezcal, para ser tal, se nutre de la savia profunda de la tierra y depende de la ancestral manufactura cuasi-alquímica , inteligente, de un maestro mezcalillero. De esa manera, al beberlo, es capaz de conducirnos al ser total, mediante el sentimiento fortificado y la visión espiritualizada. Lowry, sacerdote sumo de las potencias enérgicas del escabroso inconsciente, aspiraba a explicarse, a clarificarse, a destilarse, por eso escribió y reescribió sus libros, y bebió y se abismó, para señalar una forma de trascendencia que se significa en su labor literaria, aunque semejante experiencia resulte tenebrosa e inexpugnable como la vida; como las vidas, incluso, de quienes hemos sucumbido al voraz incendio de su escritura.

 Por Felipe LLanas Moreno

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Basada en una obra en http://paginasmexicanas.blogspot.com.ar/2014/03/malcolm-lowry-el-mezcal-por-felipe.html.

2 comentarios:

  1. Excelente nota Felipe Llanas Moreno!. Me ha dejado con sed de Lowry ... y de mezcal!

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  2. tuve la oportunidad de compartir el escrito recien salido de las entarñas del buen felipe, puedo decir que nos hizo falta el cesar pero al mal darle prisa y nos fuimos bebiendo ese buen mezcal "saldaña" de por aquellos rumbos , creo que de repente ya estabamos .... y en eso andamos. mi agradecimiento por esa tarde caotica de conocimiento y cultura un abrazo desde estas tierras inconformes

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